Desde que su padre le regaló una pelota de fútbol, su familia pensó que esa obsesión inmensa por el deporte sería un amor pasajero. Sin embargo, casi tres décadas después, Estefanía Banini no solo sigue enamorada del fútbol, sino que siente un vínculo aún más profundo que cuando era una niña corriendo por las calles de su Mendoza natal. Desde Badalona, donde hoy se encuentra jugando, nos cuenta su pasado, su presente y analiza su futuro junto al deporte que ha marcado su vida.
Hay pocos nombres en el fútbol femenino argentino que remitan directamente a la calificación de leyenda. Con trece años en la selección nacional, donde se desempeñó como capitana; campeona de Copa Libertadores; Copa de la Reina, participación en Copa del Mundo y una gambeta y visión de juego únicas, Estefanía Banini se ha ganado a fuerza de talento y esfuerzo una plaza en el salón grande del deporte.
Desde que tuvo su primera pelota bajo el pie, Estefanía tuvo suerte en poder conseguir un club que la aceptase siendo una niña con ganas de comerse la cancha, en un deporte que se pensaba para varones. Su paso por Chile, por Estados Unidos, España y la particularidad de haber debutado en la selección mayor sin haber jugado profesionalmente en Argentina, son elementos que hacen de su historia, algo único.
El inicio del amor
Cuando la pequeña Estefanía Banini le confesó a su padre que soñaba con jugar al fútbol, él creyó que sería solo una etapa pasajera. Claramente esto no fue así y hoy cuenta la anécdota con una sonrisa. “Cuando tenía siete u ocho años no se veía en la Argentina chicas que jugaran al fútbol”, cuenta, y agrega: “Veía fútbol en la calle, en la televisión los domingos con mi papá, mi viejo jugaba, entonces yo quería jugar al fútbol”. Salvo al principio, cuando pensaron que era un deseo pasajero, su familia la apoyó 100% siempre, algo que Estefanía agradece.
Al principio, encontrar un lugar para jugar al fútbol no resultó una tarea sencilla. “Buscamos clubes, costó muchísimo. Imagínate llegar a un club de barrio y que te digan que no, que no hay lugar”, recuerda. Sin embargo, su perseverancia dio frutos cuando llegó junto a su padre a un club donde el entrenador Eduardo “Perico” Pérez le abrió las puertas. “Me dijo que sí, pero aclaró que sería la única chica. Después de encontrarnos con tantas puertas cerradas, me sorprendió”, afirma.
Estefanía Banini: Sangre de campeona
Estefanía ha forjado una carrera brillante que la ha posicionado como una de las referentes del fútbol femenino a nivel mundial. Capitaneó a la selección argentina en el Mundial de Francia 2019, donde su liderazgo y talento fueron claves para que el equipo lograra históricos empates ante potencias como Japón y Escocia. Ese mismo año, fue incluida en el prestigioso once ideal de la FIFA, un reconocimiento reservado para las mejores jugadoras del mundo, consolidándose como un ícono del deporte argentino. Su habilidad técnica, visión de juego y creatividad la han hecho destacar en cada equipo que ha integrado.
Una carrera que deja huella
Su paso por el Colo Colo marcó un capítulo especial en su carrera, ya que con el equipo chileno conquistó la Copa Libertadores en 2012, logrando el primer título continental de su carrera y dejando huella como una de las jugadoras más destacadas del torneo. En Estados Unidos pasó por el Washington Spirit, y aunque confiesa que estaba en la plenitud deportiva le costaba adaptarse a una sociedad muy diferente. Desde allí decidió priorizar la calidad de vida y llegó a Europa, donde jugó en el Valencia, Levante y en el Atlético de Madrid.
En 2023, tras un gol antagónico de tiro libre en el último minuto de descuento que recordará por siempre, el Atlético de Madrid de Banini logró vencer al Real Madrid en la final de la Copa de la Reina, en un partido para los libros de historia del fútbol femenino, con empate sobre la hora 2 a 2, lluvia torrencial y una victoria contundente para que el Atleti se alzara con su segunda copa de la Reina. El presente la encuentra en un nuevo desafío en el Levante Badalona. A lo largo de su carrera, Estefanía ha inspirado a nuevas generaciones de niñas a poder desarrollarse en el deporte.
El sueño de jugar un mundial
Desde niña, Estefanía Banini soñaba en grande, incluso en medio de las dificultades. “Les voy a contar una anécdota, algo muy personal”, introduce, mientras recuerda una etapa dura en su familia. En ese entonces, su padre había tenido que mudarse a Buenos Aires en busca de trabajo, dejando a Estefanía, su madre y sus hermanos en Mendoza.
“No existían los celulares y claro, la comunicación por teléfono en ese momento a distancia era muy cara. Entonces nos mandábamos cartas”, cuenta. En una de esas cartas, su padre le preguntó cuál era su sueño. “Le puse que soñaba con jugar un Mundial, con la 10 y la cinta de capitana”, afirma con una sonrisa, recordando esa niña que, sin saberlo, estaba escribiendo el inicio de un destino que finalmente se haría realidad.
Con el paso del tiempo, ese sueño comenzó a materializarse con la llamada a convocatoria para la selección nacional: “Llega el llamado de la selección a mi casa, al teléfono fijo y atiende mi papá. El técnico le dice que me querían convocar, y cuando me pasa el teléfono yo sentía que quería salir corriendo de la emoción”, dice, todavía con brillo en los ojos al recordar aquel día.
Esa oportunidad marcó el inicio de su carrera profesional y la conexión profunda entre su sueño de infancia y el apoyo incondicional de su padre, quien siempre la acompañó, incluso en la distancia, compartiendo la misma pasión por el fútbol. “Era algo único, algo que venía pensando desde muy chica”, concluye con gratitud y orgullo.
Un momento clave
Para Estefanía, uno de los momentos más emocionantes del mundial de 2019, fue cuando escuchó la música del estadio y el himno nacional. “Es una emoción inexplicable, porque estás representando a tu país en lo que más amás, lo que soñaste y por lo que luchaste desde chica”, explica. En esta competición, el equipo llevó un mensaje claro: representar la lucha y la resiliencia de las mujeres argentinas, demostrando que, con o sin recursos, dejarían todo en la cancha por su país.
Hacia un deporte sin prejuicios
La experiencia y trayectoria, el haber peleado desde afuera y desde adentro le dan a Estefanía suficiente autoridad para poder aconsejar a niñas que quieren jugar pero que ven algunas trabas en su desarrollo deportivo. El qué dirán, la falta de apoyo familiar y de los clubes son obstáculos que poco a poco van desapareciendo, con información y trabajo duro de jugadoras, periodistas, dirigentes y fanáticos y fanáticas del deporte.
Para Estefanía, el crecimiento del fútbol femenino en Argentina y el mundo es un reflejo del cambio de mentalidad que poco a poco está dejando atrás los prejuicios. “Me voy a mis inicios, al club donde empecé, que era la única chica. Ahora hay categorías de niñas en el mismo club de barrio”, dice con entusiasmo. Este avance demuestra que el fútbol ya no es visto exclusivamente como un deporte para hombres, aunque reconoce que todavía hay lugares, especialmente en zonas rurales, donde a las niñas no se les permite jugar. “Es un cambio que debemos seguir trabajando, para que las niñas puedan empezar desde pequeñas, incluso en equipos mixtos, y desarrollarse con la misma preparación que los varones”.
Por un fútbol infantil mixto
Estefanía enfatiza la importancia de que el fútbol base sea mixto, ya que considera que jugar con niños en su infancia fue clave para su desarrollo. “Yo tenía que pensar cómo ganarles en técnica, cómo amagar, porque a nivel físico era diferente”, explica. Esta experiencia, dice, la ayudó a llegar lejos, pero también cree que es necesario implementar un cambio estructural en el fútbol infantil. Por ello, está convencida que niñas y niños reciban una formación profesional conjunta en los primeros años, algo que en su opinión nutriría a ambos géneros y ayudaría a reducir las desigualdades en el deporte desde sus cimientos.
El apoyo familiar también juega un papel fundamental en romper barreras. Estefanía recuerda que, aunque a su madre le costó aceptar que jugara al fútbol, debido a prejuicios culturales, finalmente luchó para encontrarle un club.
Hoy, Estefanía les pide a los padres que respalden los sueños de sus hijas. “Es importante que las niñas disfruten del camino y que se atrevan a soñar, pero el mensaje más fuerte es para los padres: que luchen por ellas, como lo hicieron los míos”, afirma. Además, destaca que los clubes también deben asumir su responsabilidad en fomentar la inclusión, creando más oportunidades para que las niñas accedan a este deporte de manera igualitaria.
Presente y futuro junto al deporte
Actualmente, Estefanía se encuentra en un club que, aunque nuevo y en pleno proceso de crecimiento, le recuerda sus primeros pasos en el fútbol. “Es un lugar donde se está construyendo algo”, afirma con orgullo sobre su equipo actual, el Levante de Badalona. Este club, que ha cambiado sus instalaciones y se ha convertido en un equipo más competitivo, representa para ella una buena oportunidad de contribuir al desarrollo del fútbol femenino. “Es algo muy especial, es un desafío que me hace recordar cómo empecé, cuando el fútbol femenino no era visto como ahora”, añade.
“El éxito no se mide solo por los trofeos o los logros, sino por el esfuerzo diario, el proceso y el disfrute de lo que se hace”
Futuro
De cara al futuro, ya ha comenzado a preparar su transición al retiro, estudiando para convertirse en entrenadora. Ha completado cursos tanto en Argentina como en España, y aunque su pasión sigue siendo el fútbol, tiene claro que su objetivo es aportar al crecimiento del deporte femenino. “Me gustaría estar en un lugar donde pueda realmente aportar algo para el fútbol femenino”, confiesa, refiriéndose a su interés por ocupar cargos de responsabilidad como directora deportiva o coordinadora.
Más allá de su carrera como jugadora y futura entrenadora, Estefanía tiene una visión clara del verdadero éxito. Para ella, este no se encuentra en los trofeos ni en los logros inmediatos, sino en la perseverancia y el esfuerzo constante. “El éxito está en el día a día, en levantarse y entrenar, en esforzarse para llegar lejos”, afirma.
En su visión, la clave está en disfrutar el proceso y enseñar a las nuevas generaciones que lo más importante es el esfuerzo y el disfrute del camino. En su futuro, no solo busca seguir contribuyendo al fútbol femenino, sino también enseñar a las futuras jugadoras a encontrar satisfacción en el viaje, sin presiones externas, y con la certeza de que, con trabajo y dedicación, todo es posible.
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