La marca produce marcadores multicolor especialmente diseñados para el grafiti. Tras siete años de vida, la empresa exporta a varios países e intenta mantener la innovación y mejora de sus productos.
La vida de Juan San Martín siempre estuvo ligada a los marcadores, en realidad a todo aquello que deje huella en las paredes. Desde que creó Hand Mixed tuvo claro que desarrollar productos pensados para el grafiti le daría valor a la marca y ocuparía un espacio que hasta entonces estaba vacío. Desde su taller en el barrio del Raval, en Barcelona, cuenta sus desafíos y dificultades en el emprendimiento, sus referentes y su mirada sobre el grafiti.
Una marca adaptada al grafiti
Handmixed otorga una adaptabilidad que pocas marcas pueden ofrecer, ya que desde su concepción está pensado para el grafiti. Sus productos son artesanales, si bien la materia prima se recoge de diferentes fábricas, la magia se crea en un pequeño taller del barrio del Raval, en Barcelona, desde donde imprimen los cabezales de los marcadores con impresoras 3D, cortan, mezclan colores y ensamblan el producto definitivo que luego llega a tiendas de la ciudad y de varios puntos del mundo. “En realidad somos una empresa que customiza marcas. Cogemos los marcadores que ya existen en el mercado, los ensamblamos, los cercenamos, los cortamos y los volvemos a ensamblar”, detalla Juan.
Juan nació en las afueras de Talca, una ciudad a la que él llama pueblo. Talca se emplaza en el centro de Chile, en la región del Maule y fue allí donde el creador de Handmixed comenzó a explorar el mundo del grafiti. “Todos juntos éramos como seis. No tenía mucho sentido hacer grafiti allí. ¿Para quién?”, se pregunta a la vez que se responde: “Solo para nosotros. Y la gente, las personas de la ciudad no lo entendían”. Sobre su emprendimiento agrega: “Lo que hacemos es darle valor agregado a un producto que ya estaba hecho. Que es un producto que se utiliza más que nada para el desarrollo de industrias, ya que no se borra y pinta casi sobre cualquier cosa, sobre una superficie aceitosa o a 200 grados bajo cero, por decir algo”.
Fortalezas
El punto más fuerte de la marca y lo que más valor le da es, sin dudas, la innovación. El trazo multicolor cambió el paradigma de pintar y hay algo de verdad cuando su creador afirma que desde Hand Mixed para atrás las calles eran de otro color. El grafiti, históricamente ha utilizado productos que no fueron hechos para pintar paredes con dibujos, figuras y nombres propios, siempre ha utilizado latas, originalmente pensadas para pintar muebles, o marcadores para firmas, pero no para escribir en muros. El valor de la marca se encuentra en esa especificidad en la producción: son productos creados para el grafiti.
“Mi equipo de trabajo y yo diseñamos para el grafiti. Y es algo que nadie más hace”.
La tribu grafitera
La historia del grafiti es bien curiosa y vale la pena, al menos, repasarla brevemente. El nacimiento de lo que hoy se conoce como grafiti fue en Estados Unidos en la década del ‘60, cuando principalmente jóvenes afroamericanos o provenientes de otros países de América comenzaron a expresarse interviniendo el mobiliario público y todo tipo de muros. Pero hay registro de que los romanos ya se expresaban del mismo modo, sobre todo en la ciudad de Pompeya, donde se han encontrado miles de grafitis que datan del año 70 D.C.
Juan ha sido grafitero toda la vida y conoce el ambiente por dentro, lo que otorga validez a su palabra. Para él el grafiti “tradicional” está obsoleto y hay que seguir ejemplos de grupos que están empezando a actuar de manera diferente, más inclusiva y con un mensaje concreto. Es que la cultura del grafiti tiene una expresión muy personalista, que comienza por pintar el nombre propio, y eso significa validarte como quién eres.
Grafiti
“El grafiti como se lo conoce comúnmente es algo que para mí está obsoleto. Eso de mi firma, yo soy el primero, yo arriba de todo, yo contra este, si yo me hablo con este no hablo con aquel, porque si tú lo hablas y somos enemigos y pandillas y siempre más rollo. Si él pinta aquí, me subo tres pisos más arriba y pinto porque yo subo más la escalera, y esa competencia, yo creo que está obsoleta. Es entretenida, lo fue en un momento, también jugué a eso en un momento, pero supongo que hay que darle la vuelta”, reflexiona.
Juan reconoce el trabajo de 1UP, o Moses & Taps, colectivos de grafiteros que lograron trascender en un mundo que, muchas veces, pareciera estar relegado a la marginalidad. El primero, opina Juan, “es una crew de Alemania, la crew más grande del mundo, la más importante. No lo digo yo, el mundo del grafiti sabe que 1UP es la crew líder del mundo. Desde Berlín, son un grupo de personas muy organizadas. El concepto de 1UP, significa One United Power (Un Poder Unido). Y rompe un poco con la estructura del grafiti”. En esta crew, sus integrantes son aceptados como son, sin prejuicios ni vanidades. “No hay que ser malote ni tener tatuajes para ser aceptado. “Pintamos juntos, hicimos cosas juntos, y eso me hizo sentir muy en familia”, agrega.
Por su parte, Moses & Taps, ha traspasado hacia el mundo del arte. Sobre ellos, Juan expresa que “hacen su trabajo tan, tan bien… Más allá de pintar un tren, por ejemplo. Lo que hacen es visualizar sus acciones y han logrado llevar sus piezas a galerías de arte muy importantes. Y sus piezas se venden muy, muy caro”.
De Talca a Barcelona y el desafío de emprender
Talca es una ciudad de Chile de más de 200 mil habitantes. Juan nació allí y vivió su infancia y parte de su juventud en las afueras, donde nada parecía predecir una vida junto al grafiti. Comenzó un micro emprendimiento de muy joven, a los 18 años en Talca, en el cual vendía marcadores en una maleta. Los compraba baratos y los revendía más caro, y así sacaba un margen que le permitía poder decir que ganaba dinero. Ese fue su primer acercamiento al mercado de los marcadores, sin saber que años más tarde seguiría trabajando en el mismo rubro.
Tras casi diez años en Barcelona, Juan no se siente un inmigrante recién llegado, aunque confiesa que el vínculo que se forma entre quienes venimos de afuera es más fuerte que con quienes viven en los países de destino. “Cuando llegué no conocía a nadie, poco a poco comencé a meterme en el mundo del grafiti, cada vez más, pero me topé con que había mucha competencia, son todos muy rudos, todos pintan trenes, todos muy machotes, y eso no me gusta”, sostiene desde el taller en el Raval mientras cuatro jóvenes trabajan y conversan a nuestras espaldas.
Dificultades y cambios
“Viví en Pinamar tres años, en la playa de Argentina. Allí tuve a mi hija y luego muy pronto nos vinimos a Barcelona y aquí comencé a desarrollar lo que hoy es Hand Mixed”, cuenta. Luego de años y años de aprender a emprender en Europa, Juan puede decir que no faltaron las dificultades, los problemas con el banco, las bajadas de ánimo y las ganas de tirar todo el proyecto por la borda; aunque también destaca que el esfuerzo y la motivación han hecho que pudiera sobrepasar diferentes obstáculos que se fueron interponiendo en su camino.
Al llegar a Barcelona comenzó destinando una habitación de su casa para trabajar y contactar a proveedores. “Una de las cosas que están buenas de estar aquí es que en Europa se puede conseguir todo, si yo quiero conseguir marcadores industriales en Chile: olvídalo, lo debería conseguir en una importadora y tardaría muchísimo en llegar. No es tan simple allí (en Chile) poder conseguir marcadores directamente a la fábrica. Mientras que aquí en Europa lo que quieres puedes tenerlo y si lo que buscas no está aquí en Europa se puede importar muy rápidamente”, detalla al hablar de la logística para producir.
Empujones para crecer
A veces las empresas necesitan una ayuda inesperada, un empujón para poder hacer crecer la motivación y lograr que la marca crezca. Para Hand Mixed esa palmada de ilusión llegó de la mano de una de las empresas más grandes de productos para grafitis, Montana Colors, quien aceptó vender sus productos, lo que significó un gran crecimiento a poco tiempo de comenzar. “Cuando el producto llegó a Montana Colors y se conoció, al ser un producto distinto tuvo muy buena recepción en el público, entonces comenzamos a recibir una avalancha de pedidos de fuera”, recuerda.
Otro empujón que significó todo un desafío para el desarrollo de Hand Mixed se dio en 2021. Tras la pandemia, Juan recibió un correo de la marca de ropa y patinaje Supreme, en Nueva York donde le pedían 50 mil marcadores en un plazo de un mes y medio, algo que excedía absolutamente la capacidad productiva de la marca. Inmediatamente, se dio cuenta que no podría cumplir con semejante pedido y respondió diciendo que podría mandar 25 mil. Entonces comenzó a preguntar a los proveedores, quienes le respondían que no tenían ese stock ni en toda Europa.
Alta demanda
“No había stock, no había tiempo y lo que tuvimos que hacer fue contactar con distribuidores en Japón, distribuidores X de marcadores en Japón para conseguir el stock. Conseguir todos los marcadores que existían en el mercado. Compramos los marcadores super mega caros. O sea, negocio no fue para nada, pero contratamos a veintiún trabajadores. Había aquí (señala la mesa del taller), veintiún personas, gente trabajando en el suelo, limpiando, ordenando, fue una locura, pero le cumplimos y trabajamos con Supreme. Y una de las cosas que también nos ha puesto en el lugar donde estamos es tener esa estrellita de que hemos colaborado con Supreme. Cuando contactamos con una empresa podemos decir orgullosos que somos Hand Mixed, que llevamos trabajando diez años y hemos colaborado con esta marca, y entre las marcas está Carhartt, Supreme, 1UP y algún otro museo de Berlín”, detalla.
Desafíos y objetivos a futuro
Más allá de que el grafiti debería comenzar a mirarse con otros ojos y perder su estigma de acción delictiva, para Juan existen desafíos a futuro a nivel empresa. Uno de ellos es continuar innovando sus productos, mejorándolos, y a la vez, poder entrar más en el mundo del arte, algo que les ha costado un poco debido a la aleatoriedad del trazo multicolor, limitación que le quita un poco de control al artista en cuanto a los colores.
Sobre su forma de trabajar y su visión como empresa, Juan sostiene que el objetivo es seguir desarrollando y creciendo a la par que aprendiendo, y nunca perder de vista el amor por lo que se hace: “No somos Amazon, no somos una charcutería que vende fuet, sino que tenemos un producto hecho a mano con mucho cariño”.