Migraña: lo que pasa en la cabeza de un migrante

El colectivo Migrar Psicología Argentina trabaja la salud mental desde varios puntos del mundo. Fabiana Gallardo, una de sus fundadoras asegura que el acompañamiento terapéutico en la etapa de migración y previo a migrar colabora en el fortalecimiento emocional y ayuda a que el proceso de transición se desarrolle de mejor manera.

El momento en que una persona decide migrar es, sin lugar a dudas, un momento crucial en la vida de cada individuo. Cada proceso se desarrolla de manera diferente en todas las personas, por eso es que un acompañamiento terapéutico no puede ser generalista y aplicarse por igual a cada individuo. Migrar Psicología Argentina está conformado actualmente por seis psicólogas que se encuentran fuera de su país y siguen llevando adelante su trabajo, tan preciado para los migrantes en todo el mundo. Este colectivo profesional es consciente que hay tantas subjetividades como personas y que cada proceso debe ser encarado de manera diferente, con un acompañamiento personalizado.

Fabiana Gallardo forma parte de ‘Migrar’ desde 2020 y  cuenta que cada una de sus integrantes tiene una especialidad dentro de la psicología, lo que otorga mayor diversidad al proyecto. “Tenemos reuniones cada veinte días donde compartimos experiencias, teoría y nos acompañamos en seguimientos”, cuenta desde su casa en San Salvador, El Salvador.

Migrar Psicología Argentina

Dentro de Migrar Psicología Argentina hay diversidad. Terapeutas cognitivo-conductuales, hay psicoanalistas, terapeutas de grupo, de familia, de pareja o en diferentes idiomas. Todas con la idea de poder trabajar en pos de que el proceso migratorio se lleve a cabo de la mejor manera posible.

Migrar Psicología Argentina está conformado por Fabiana Gallardo, que desde El Salvador se especializa en expatriación y migración; Eugenia García Hamilton, actual residente en Países Bajos que además de migración y expatriación trabaja duelos y pérdidas; Gabriela Fisher, quien vive en Israel y orienta su trabajo a niñez y adolescencia; Marcela Coria, también en Países Bajos, especializada en procesos migratorios, brinda asesoramiento a padres y madres con perspectiva de género; Andrea Gutierrez, especializada en el área infanto-juvenil, vive actualmente en Bélgica donde atiende tanto online como presencial; y Claudia Martínez, residente en España, quien desde Islas Canarias trabaja tanto con grupos como con familias y adultos.

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La voz de la experiencia

Fabiana Gallardo ejemplifica con su propia historia lo que la migración significa para cada individuo, los eventos inesperados, los desafíos, las dificultades. “Mi primer destino fue Bélgica, porque mi marido es francés y trabajaba allí. Estuvimos casi cuatro años y nos fuimos a Uruguay, donde nació nuestro hijo, luego cuatro años en Argentina y nos movimos de nuevo a Bélgica. Ahora estamos en El Salvador, venimos hace veinte años dando vueltas”, reflexiona. Sobre mantener su profesión a la distancia, Fabiana asegura que no quería perder la clínica a pesar de viajar tanto, lo que la llevó a implementar algo que hace años era poco habitual pero que hoy es una práctica habitual: la terapia online. “Era una blasfema hace 20 años. Es que era… era como decir… una locura”, recuerda.

Desde Migrar aseguran que uno de los fuertes del grupo de psicólogas argentinas en el exterior es que no alcanza con saber sobre las diferentes culturas, sino que es importante vivirlas. Todas son profesionales que han atravesado por el proceso migratorio y lo han anexado a sus credenciales profesionales para poder comprender mejor lo que significa cambiar de lugar, cambiar de vida.

En la migración suceden una serie de duelos que cada persona asimila de manera diferente. Pérdida de identidad laboral, idiosincrasia, y en algunos casos la pérdida del lenguaje. Esto sumado a la lejanía con los seres queridos, familia, amigos, etc. El panorama parece no ser el mejor, pero la migración también aporta a cada persona una serie de cuestiones que podrían considerarse positivas y que hay que poner en la balanza, como mejora de calidad de vida, alimentar la curiosidad, salir de una zona de comodidad y enfrentarse a desafíos que no serían posibles en casa.

Pandemia

La pandemia fue un quiebre en muchos aspectos de la vida cotidiana. La terapia no fue la excepción en absoluto y explotaron las consultas online, a tal punto que se instaló como un sistema habitual de consulta en prácticamente todo el mundo. En ese momento crearon el colectivo Migrar. “Comenzamos en un grupo que se llama ‘Mamás argentinas en el mundo’, atendíamos de manera gratuita a quienes lo necesitaban y allí se sumaron psiquiatras y psicólogas y finalmente quedamos en el grupo que conformamos hoy en día con seis integrantes”, cuentan desde el colectivo. A su vez, el confinamiento, aunque en cada país fue diferente, fue un punto de inflexión en la salud mental y según ellas “nos confrontó con nuestros límites”. El no poder salir hizo que aparecieran dificultades, que florezcan habilidades ocultas, que miedos y frustraciones se apoderen de nuestras mentes. “Uno puede escapar mentalmente de cosas al salir afuera, porque tenés tu deporte, tu baile, o tus amigos. En la pandemia no podías escapar, pero no podías escapar de vos mismo, sobre todo. Y esto llevó a la confrontación, pero no en el mal sentido”, agregan.

Tan marcado es el trabajo online, que muchas de quienes conforman Migrar no se conocen personalmente, a pesar de estar colaborando hace cuatro años. Aún así, todas aportan una parte fundamental. Hay quienes se encargan más del marco teórico, de la contención, de la organización y de este modo se organizan, comentan y comparten experiencias.

Futuro

De cara al futuro y según relatan, la idea es darle al colectivo una impronta más institucional, poder darle entidad al proyecto que ya lleva más de cuatro años en la virtualidad. A su vez, tienen como objetivo poder hacer un grupo de estudio de migración y psicología, un espacio más amplio donde debatir, compartir experiencias y hacer seguimientos, un lugar de encuentro y de crecimiento. Por su parte Fabiana Gallardo agrega: “Uno de mis sueños a nivel personal sería que la psicología de la migración sea una cátedra en todas las universidades de psicología”.

Sobre el modo de trabajar y encarar el proceso, se centran en el contexto. No solamente se pone el foco en el proceso mental, sino que se trabaja con toda la estructura que rodea al paciente, historia, política, economía. En esa singularidad de cada experiencia enfocan el trabajo y hacia allí apuntan a operar en el grupo de estudio que están desarrollando.

Gestión de las expectativas

Las ideas previas sobre cómo resultará el proceso migratorio, lo más vinculado a las fantasías y la idealización del cómo será muchas veces chocan de frente con el resultado. Esta dicotomía entre expectativa y realidad, tantas veces parodiada en redes sociales con algún sitio turístico, suele ser uno de los grandes temas a tratar en terapia. “Una cosa es imaginar lo que me voy a encontrar y otra cosa es estar ahí. Siempre llega primero el cuerpo y después llega uno, mucho después, porque para que uno llegue realmente tiene que pasar por mucha pérdida de situación” reflexionan.

Al llegar a destino comienza una etapa de duelo, de dejar ir en cierto punto aquello que se dejó atrás. Comienza un momento según detallan de “tratar de a poco de empezar a hacer tu vida en donde estás. Así la idiosincrasia sea diferente, el clima sea diferente, la lengua sea diferente”. Para ellas, una de las ventajas más importantes a la hora de migrar es dominar la lengua y sobre la dificultad de llevar adelante duelos, remarcan: “No es divertido un domingo no estar comiendo los ñoquis en la casa de tu mamá, o pasar las primeras fiestas solo, o desarmar aquello que tenías armado, la familia, los amigos, los contactos que tenías. El cafecito a donde ibas a leerte un libro. Hay que buscar nuevas maneras de ser en los lugares donde nos encontremos”.

Cambiar al irse

“Aquellos que nos fuimos no somos los mismos. Y quizás la expectativa del otro que nos recibe es pensar que somos los mismos. Y no lo somos. Como todo cambio, la migración nos abre un panorama diferente. Nos cambia la manera de ver aquel mundo que dejamos atrás y no olvidamos, simplemente elegimos verlo desde fuera”, agregan. Sobre la migración y la riqueza que este proceso aporta, confiesan que “eso sí es algo recomendable, la riqueza que te puede dar conocer otras cosas, abrirte, salirte un poco de tu zona de confort, de tu pequeña ciudad que puede ser repetitivo, pero eso cada uno sabe por qué lo hace, si lo quiere hacer o no”.

Llegar a un nuevo destino es reconstruirse, es armarse de nuevo. A veces, reinventarse sirve para poder caminar nuevos caminos que no hubiéramos esperado andar. De pronto nos vemos a nosotros mismos en situaciones inesperadas, en trabajos que un tiempo atrás no hubiéramos siquiera imaginado tener. Esa capacidad de adaptación nos otorga un valor, en cierto modo nos fortalece y nos obliga a negociar con nosotros mismos.